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martes, 8 de diciembre de 2015

VIOLET

Mi nombre es tan triste como mi historia Violet, sí, así es, violeta para mi representa entierros, tristeza y muertos. Tengo 28 años pero desde pequeña fui una niña muy fantasiosa, y siempre soñaba con casarme, tener hijos, cuidar de la casa mientras esperaba a mi esposo con su cena lista. Mi madre odiaba ese oficio y por ende nos trataba muy mal debido a su frustración, fue madre soltera un tiempo y lo paso muy mal, ya que al no estudiar y no saber hacer mucho, no tuvo más opciones que aceptar ese cargo y ejercerla, tal vez eso era lo que me motivaba, no quería que ningún ser sintiera tal maltrato.

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Viví muchos años con mi madre en su tierra natal, Arjona (Bolívar), pero cuando ella se casó con su esposo actual nos fuimos a vivir al pueblo de él en Barichara (Santander), un clima delicioso, gente echada pa´delante, me encantó tanto que ahora digo que soy de aquí. Siempre he sido el alma de la fiesta, bailarina, alegre, que siempre tiene algo divertido por contar y si no es divertido, le pongo el picante para que lo sea, pero con un deseo y necesidad inmensa de amor propio y ajeno.
Cuando fui creciendo y al no soportar los maltratos me fui de la casa, pero en vano porque en mi búsqueda de amor y esposo que cuidar, di con varios patanes que me golpearon y humillaron, debí huir muchas veces de golpizas, en otras de borracheras, y hasta de violaciones por parte de mis parejas, pasé muchas necesidades, aguante hambre por machismo, y hasta pensé en suicidarme en varias ocasiones.
Pero lo conocí a él, era un hombre pequeñito con toda la sin gracia posible, indiferente, pero amable, inteligente, suave, bien hablado, bien vestido, de buena familia y no porque tengan dinero, pero si valores, algo que nunca en mi vida había visto.
Esta vez era diferente, mi auto estima es tan baja que pensaba que no podría soñar con ser su esposa, pero no quería dejar de intentar algún acercamiento, y así fue. Empezamos a salir como amigos, tomábamos algo, cine, fiestas,  paseos, conversaciones, música, resultamos muy enamorados, todo era perfecto. Era algo tan increíble, tan irreal, me costaba creer que estuviera en medio de tal situación.
De repente al cabo de una par de años todo empezó a cambiar, su actitud ya no era la misma cariñosa, y mis celos se elevaron, fue muy triste el comienzo de un final, peleas, discusiones, pero hasta discutir con él era educado, y por eso tal vez para mí no contaban esos disgustos, estaba acostumbrada a que disgusto en pareja implicaba golpes, insultos gritos, y hasta policía a bordo, pero para él si se fueron acabando los sentimientos, insistí en muchas ocasiones pero no funcionó.
Decidí irme a vivir con mi abuela en otra ciudad a 8 horas de camino decidida a no volver, pero siempre recordaba con mucha tristeza esa fría y tormentosa noche de febrero en que mi mundo se derrumbaba, logré que aceptara pasar mi última noche en la ciudad conmigo, lloré toda la noche, tal vez compartiendo cama por última vez con el hombre que amaba, pensando que quizás esa oportunidad nunca más la tendría, deseando que algo ocurriera para no tener que irme, o que la noche no se acabara, pero lo más triste era que él ya había tomado su propia decisión de alejarse un par de años atrás,  y si estaba esa noche conmigo era sólo porque por fin me iría para siempre, y la verdad yo también lo creía.
Pero no fue así, luché contra mis demonios internos, retomé fuerzas y regresé a mi ciudad con todo el impulso para luchar por tan soñado amor para todos los demás, pero ese amor solo existía en mi corazón, decepcionante-mente solo me encontré con un frío tempano de hielo.
Intenté ser dócil y aceptar todas sus condiciones aun en contra de mi voluntad,  esperando conseguir así algo de calor y quizás de amor. De la loca bailarina, fiestera, bromista y amiguera no quedaba nada, me convirtió en una sombría mujer, triste todo el tiempo, sola, ensimismada, con un autoestima aún más baja, en el subsuelo, creyendo que no merecía ser amada o que tal vez era muy poco para cualquier buen hombre y que solo los cerdos podrían disfrutar de mí, solo esperaba la noche para poder refugiarme en mi soledad y así alimentar mis sueños de un futuro hermoso a su lado que solo existían en mi mente frágil.
Me convirtió en un monstruo buscando ser feliz, ahora no creía en nada ni en nadie, pesimista en mi máximo esplendor, una actriz de tiempo completo sonriendo todo el tiempo para que no se enteraran de mi tragedia, mi único anhelo era que llegara la hora del final eterno, para no tener que despertar más y no  seguir viviendo con ese vacío en el pecho que en momentos hasta sin aire me dejaba, o solo sin pensar sollozaba en cualquier instante de soledad.
La distancia física era menos pero la real era más larga que la ida a la luna y quizás más fría, sin embargo me aferraba a lo único que me brindaba paz, sus promesas de nunca más dejarme sola, de nunca más perder su contacto, pero que va!! Eso no iba a pasar porque básicamente era lo que él siempre hacía, y quién podría hacer que ahora fuera diferente. Solo YO podría frenar tan vil sufrimiento!! Pero no quería hacerlo porque según yo y a pesar de todos mis errores, mi amor no era dañino para nadie más que para mí misma, y si quizás  lo conservaba en algún rinconcito de mi corazón donde nadie lo viera más que él, que ya conocía todos esos rincones, ya que había vivido en mi corazón por varios años, tal vez podría en algún momento retomarlo, porque yo creía que lo único que me haría realmente feliz a más de cualquier sonrisa falsa.

Eso nunca pasó, pero así fueron pasando los meses, tal vez un par de años, el dolor fué menguando, y poco a poco lo fui dejando de querer, aunque sé que nunca podría olvidar aquello tan hermoso que quizás solo lo viviría una vez y tal vez ya había pasado, necesité mucha ayuda, pero gracias a mi única hermana que siempre estuvo acompañándome, pude salir de tanta tristeza. Aún ocupa un lugar muy importante de mi vida pero sé que ya no me duele. Hoy soy feliz, sola pero feliz.

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